Interrelacción entre la madre tierra y el jardín

La antigua tradición mediterránea considera la existencia de una interrelación entre la Madre Tierra, Gaia, con el jardín, siendo ello significación y metáfora de vida. Este ideal había quedado ya impreso en todas las culturas y seguía teniendo eco en las épocas actuales.

Forman pues una unidad inalterable y real al margen de su significado simbólico y metafísico. Conviene no olvidar, llegados a este punto el elemento que viene a cerrar el circulo que hace posible la vida y el sustento del jardín: el agua. Su manipulación haciendo surgir los sistemas de riego así como la creación de canales, permiten que, muy probablemente , se establezcan límites físicos en el campo y que derivasen con posterioridad en la compartimentación del mismo y contribuyesen a acrecentar la sensación de propiedad.

Por otra parte, es posible que de este modo se haya dado el primer proyecto de jardín: la contemplación del efecto del riego sobre un mundo muerto. Una vez fijado el territorio, nada le impidió al hombre crear asentamientos permanentes que más tarde se convertirían en comunidades, es decir, se establecen así los criterios que definen los inicios de la civilización.
Una vez el hombre toma posesión del territorio, adquiere una situación de dominio sobre la naturaleza y cree que puede transformarla. Posiblemente el primer paso fue la “domesticación” de las plantas. Con anterioridad había existido con seguridad una, llamémosle, jardinería pasiva, sin embargo, ahora, con el dominio del agua, la planta puede cultivarse, acercándonos, pues, al arte del jardín.

Lo que si es evidente es que en todas las civilizaciones ha existido una separación entre la tierra y el cielo, por una parte la tierra proporciona sustento y por otro lado el cielo proporciona la lluvia el aire y el sol. En el medio surge la línea del horizonte, “línea de sutura que limita la mirada sugiriendo el infinito. Es esta línea indecisa y ,sin embargo, precisa la que da un asentamiento al espacio en el que nos encontramos”
Todo ello lleva a la sacralizacion del territorio que constituye, si acaso, el legado primigenio de la historia de la humanidad. Así ha quedado reflejado en todos los textos sagrados, conociéndosele con el nombre de Paraíso.
Etimológicamente la palabra paraíso proviene del persa Pairidaeza que hace mención, con un fuerte significado simbólico a un recinto cerrado, a un jardín. Dicha palabra derivó al griego como Paradeisos y al latín como Paradisus. El término “jardín” como voz española procede del francés jardin, diminutivo este del francés antiguo, jart “ huerto”, que a su vez deriva del fráncico gard.

En el alemán antiguo se conocía como gart, circulo cerrado y en inglés yard, patio. De la variante normando-picarda gardin, procede el término inglés garden y el alemán garten.
Si bien el término “jardín” se conoce a partir del s. XII, proveniente del compuesto hortus gardinus, cuyo significado literal es “ jardín rodeado de una valla” , debemos separar dicho concepto del de agricultura a secas. Es preciso, pues, aclarar que desde aquí, consideramos por motivos estéticos, religiosos, místicos y mitológicos, tal y como se está a comentar, que este proceso de domesticación de las plantas y vegetales en general obedece, por tanto, a razones, digamos sobrenaturales, tal y como parece demostrarse aún hoy en dia con la utilización de las flores en distintas celebraciones religiosas, frente a criterios puramente económicos.

Debemos considerar desde la historia de la cultura al jardín como una obra de arte y por tanto, su finalidad es la de crear placer estético, la creación mediante elementos naturales en espacios abiertos. Sirva la teoría de  Edouard André para fijar esta idea :“ Es la unión íntima de arte y la naturaleza, de la arquitectura y del paisaje que nacerán las mejores composiciones de jardín que el tiempo nos brindará depurando el

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