La herencia del jardín Persa

Como herederos de las grandes creaciones de los monarcas asirios, los persas construyen sus “paraísos” en palacios que son ubicados fuera de las ciudades, siendo considerados con posterioridad por griegos y romanos como símbolo del poder del imperio persa. Así pues, para los persas, el jardín forma un espacio de carácter reservado y personal, dispuesto para el deleite del que lo había construido, que con sus flores y su riego, era separado del resto del entorno por un muro, constituyendo, por tanto, un jardín cerrado y recreando de ese modo el mito del “Jardín del Edén”. Por su parte, una nueva acepción del término avéstico paraideza, cuyo significado es “edificio”, viene a darle al concepto de jardín una doble significación de recinto cerrado y elemento edificado.

Ya Estrabón hace mención a un jardín cuando nos describe la tumba del rey Ciro:

” una torre de tamaño muy ordinario, oculta por un bosquecillo de árboles, en un paradeisos”.

Como referente de lo expuesto podemos hacer mención a los jardines de Pasargada. Esta ciudad fue la primera capital del Imperio persa aqueménida, fundado por Ciro” el Grande”y está situada al sur del actual Irán, sobre una estribación oriental de los montes Zagros, distando aproximadamente unos 87 km al noreste de la que fue, posteriormente otra nueva capital del Imperio aqueménida, Persépolis. Inicialmente, llegó a ocupar una superficie de 160 ha y con el tiempo fue perdiendo importancia al fundarse la mencionada ciudad de Persépolis, si bien su carácter de primera capital y el hecho de ubicarse en ella la sencilla tumba de Ciro, que ha perdurado hasta nuestros días, la han hecho ser centro de atención a lo largo de la historia. Pasargada ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2004. Su zona de protección abarca una superficie de 160 ha y una zona denominada de respeto de 7.127 ha.

Estos jardines, pues, representan mediante su organización geométrica el poder real y pasan a tener una importancia cuando menos a la altura de la arquitectura de piedra. Este impulso del arte de la jardinería se le debe especialmente a Daroí, recogiendo como sucesor de Ciro tras el efímero reinado del hijo de este, Cambises II, esta idea de exponer la majestad real mediante el desarrollo de los jardines. Hoy no quedan, más que grandes losas como resto de las avenidas, como también conducciones de piedra ahora sepultadas bajo la arena y algunos fustes de columnas.

En el plano de conjunto de Pasargada podemos apreciar la familiar disposición en forma de cruz, tantas veces utilizado y denominado por los persas como Chahar bagh y que hace referencia a la subdivisión de un rectángulo en cuatro rectángulos iguales que configuran canales o caminos. Esta simplicidad geométrica no era algo baladí por cuanto expresaba perfectamente el ideario político de los emperadores persas que se denominaban a sí mismos como ” Señores de las cuatro partes del mundo” y que, como veremos, fue reutilizada por el Islam para categorizar a los cuatro ríos que fluyen en el paraíso. Así pues estamos ante uno de los primeros estilos de jardinería de la historia, presentando una serie de características que han prevalecido en el tiempo. Por su ubicación son jardines privados y como hemos visto, con una clara formalidad geométrica, presentando sus cuatro parterres normalmente separadas por canales y también por andenes elevados. En el centro de la composición suele disponerse un pabellón o una pequeña construcción. Por último, una de sus características más relevantes es el equilibrio que presenta su geometría con el verdor del jardín, situándose las plantaciones, generalmente, alrededor de la estructura del estanque y de los senderos.

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